El arte de la piedra seca fue inscrito en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco el 28 de noviembre de 2018. Catalunya formó parte, desde el primer día, del equipo transnacional redactor de la candidatura; no en vano, el Mediterráneo en general y Cataluña en particular, es una de las zonas más ricas del mundo en construcciones de piedra seca. La piedra seca no representa sólo uno de los rasgos más característicos de nuestros paisajes y un legado patrimonial extraordinario, sino que es, sobre todo, una auténtica fuente de inspiración y un contenedor excepcional de aquellos valores que nos servirán tanto para hacer frente a los retos del mundo actual.
Éste fue uno de los motivos que animó a la Dirección General de Difusión de la Generalitat de Catalunya y a Palau Robert a desarrollar una exposición de gran formato que contribuyera a la puesta en valor de estos paisajes y que diera a conocer las dinámicas que se asocian. El resultado ha sido la exposición "Dues Pedres. Paisatges Persistents", que actualmente se puede disfrutar, en su segunda itinerancia, en el Museu Terra de l'Espluga de Francolí hasta el 31 de diciembre. La exposición se pudo ver por primera vez en el Palau Robert de Barcelona del 19 de diciembre de 2023 al 2 de junio de 2024 y, posteriormente, en el Palau Oliver de Boteller de Tortosa entre el 19 de julio y el 31 de diciembre de 2024 en su primera itinerancia.
Se trata de una exposición producida por el Observatori del Paisatge de Catalunya por encargo de Palau Robert, y la han comisariado el director del Observatorio, Pere Sala i Martí, junto a Jordi Grau, Joan Reguant y Joan Nogué, y también ha colaborado la Dirección General de Cultura Popular y Asociacionismo Cultural de la Generalitat de Catalunya.
La exposición resalta que la piedra seca es uno de los rasgos de identidad de los paisajes de Cataluña y del Mediterráneo y un legado extraordinario de nuestra cultura popular, hoy un enorme capital. Lo hace rehuyendo el tratamiento de la piedra seca como una materia esencialmente etnológica, asociada a algo romántico, arcaico y encorsetado. Es decir, no se ha pensado desde los patrones clásicos sino que desea rehuir de los tópicos y estereotipos y quiere sorprender por su modernidad, innovación y creatividad, tanto en el continente como en el contenido.
También refleja este palimpsesto extraordinario que son los paisajes de la piedra seca y pone en valor todo lo que hay de construido y su diversidad. Y al mismo tiempo muestra que no son paisajes caducados, sino que son plenamente vigentes y un capital de futuro en el mundo actual, que no debemos “tirar”, sino entenderlos y reapropiárselos, adaptándolos a la contemporaneidad.
Al mismo tiempo, la muestra quiere resaltar que los paisajes de la piedra seca deben ser los catalizadores para descubrir qué pasa en el mundo rural de hoy y cuáles son sus retos: despoblamiento, descenso del número de explotaciones, en particular las familiares, soberanía alimentaria, cambio climático, transición energética, pérdida de biodiversidad, etc. En la misma línea también piensa sobre todo en el futuro, y no sólo homenajea a los actores del pasado. Manteniendo la conexión con la herencia recibida, la exposición quiere inspirar y activar a nuevos actores a crear y propulsar dinámicas y narrativas de futuro en torno a la piedra seca y sus paisajes.