El municipio de Les Preses (la Garrotxa) atesora una joya de piedra seca volcánica, el Parque de Piedra Tosca. Situado en el Bosque de Tosca —o en el Vora-Tosca, como lo llaman en el país de Olot—, sobre una colada de lava del volcán Puig Jordà, fusiona a la perfección la belleza del paisaje volcánico con la maestría humana de la construcción en piedra seca y la arquitectura contemporánea, e invita al visitante a pasear a través de la historia geológica, ecológica y patrimonial de una zona única.

 

Los orígenes del Parque

Los orígenes del Parque

Hasta el siglo XIX este lugar estaba ocupado por un denso robledal propiedad del monasterio de Sant Benet de Bages. Esto cambió especialmente a raíz de la desamortización de Mendizábal, un proceso que tuvo lugar en toda España en 1835 consistente en la expropiación forzosa y subasta de todas las tierras de la Iglesia y de los páramos y tierras comunales de los municipios. En este proceso, obviamente, las tierras más fértiles fueron a parar a manos de los grandes propietarios, mientras que las de menor calidad recayeron en la gente más humilde, como era el caso del Bosque de Tosca.

Los campesinos deforestaron y artigaron el bosque para ganar espacios de cultivo adaptados a la singularidad del relieve ondeado e irregular. En esta pesada tarea, retiraban enormes cantidades de roca volcánica (piedra tosca o pómez) del terreno duro y pedregoso, y apilaban las piedras inservibles formando paredes secas, cabañas y túmulos que delimitaban los huertos y servían de refugio y almacén de herramientas. Se calcula que movieron un mínimo de 200.000 metros cúbicos de piedra, es decir, 700 m3/ha. Cabe decir que casi el 15% del Bosque de Tosca está ocupado por muros o hacinamientos de piedra, y que la longitud aproximada de los muros de piedra seca se estima en unos 150 km.

Gracias a este ingente trabajo, consiguieron pequeñas parcelas fértiles en medio de un mar de rocas, configurando un paisaje agrícola muy singular, pero de gran dureza y precariedad para quienes lo trabajaban. Durante el siglo XX, especialmente a mediados de siglo, los cultivos tradicionales del Bosque de Tosca se fueron abandonando. Algunas barracas fueron ocupadas de forma provisional por familias de trabajadores llegadas a la Garrotxa en los años 1950 que buscaban trabajo en la industria textil y la zona sufrió una fuerte degradación: proliferación de construcciones precarias, aterramiento de barracas y paredes con excavadoras, expolio de piedra, vertidos ilegales de runa los antiguos caminos.

 

La recuperación y restauración del espacio

Mossèn Gelabert fue el primero en reivindicar, en 1917, el valor patrimonial y natural del espacio y en proponer —sin éxito— que se declarara Parque Natural:

.. es, en detalle, un Vora-Tosca singularísimo, ubriagador por su belleza original, infantil, sin afectación, que impresiona suavemente los sentidos y destrompándolos, doblándolos, va directamente al ánimo para hacerle gozar de una belleza y gracia desconocidas.

La protección legal de la zona no llegaría hasta 1982 con la Ley de declaración del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. La restauración integral del espacio tuvo lugar a principios del siglo XXI. En 2002, en colaboración con el Ayuntamiento de Olot y otras entidades, el Ayuntamiento de Les Preses obtuvo financiación europea para emprenderla, y en abril de 2004 se inauguraba el Parque de Piedra Tosca, obra del estudio olotense RCR Arquitectes. El proyecto afectó a un área total de 250 ha pese a que, de éstas, se restauraron en detalle unas 26, las más degradadas.

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La intervención paisajística realizada por los arquitectos Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta ha sido galardonada en Europa en varias ocasiones: En 2006, con el Premio Europeo de Paisaje Rosa Barba —uno de los premios internacionales más prestigiosos en el ámbito del paisajismo— y el Premio de Arquitectura de las Comarcas de Girona, y el 2007 con el galardón X + Verde del II Congreso Europeo de Ciudades Verdes. También ha aparecido en revistas de arquitectura y paisaje como On Diseño o Arquitectura Viva.

El Parque de Piedra Tosca es de visita libre y está abierto todo el año. Para llegar, se puede dejar el coche en el aparcamiento de Codella, junto a la carretera GIV-5224, y recorrer un agradable tramo de unos 500 m de la Vía Verde del Carrilet que discurre a orillas del Fluvià hasta llegar a la espectacular entrada del Parque, parte de la intervención de RCR Arquitectos.

El visitante puede optar por seguir el itinerario completo, de unos 4 km y unas dos horas —paradas no incluidas— guiado por los paneles de hierro corten que explican los puntos de interés y señalan la dirección del recorrido, o bien por pasear sin rumbo y adentrarse en el laberinto de antiguos senderos entre paredes de piedra seca i ondulaciones, descubrir pequeñas barracas medio escondidas, notar las corrientes de aire frío que salen de los sopladores —pequeñas aberturas entre las rocas con surgencias de aire de temperatura similar durante todo el año (de 11 a 13°C) aprovechadas antiguamente para mantener el agua y el vino frescos en verano y templados en invierno— y disfrutar de vistas panorámicas de los volcanes y de la Vall d'en Bas en un entorno de sencillez rural que invitan a pasear sin prisa.

 

De visita con Lluís Guillaumes y Eudald Molas

De visita con Lluís Guillaumes y Eudald Molas

El Parque es un espacio cambiante, que en cada estación muta de colores y cultivos gracias a la labor de Eudald Molas, miembro de la brigada del Ayuntamiento de Les Preses encargado de hacer el mantenimiento diario, que lleva veinte años siembra las artigas y cuida de los cultivos, lleva al día la jardinería en general y repara pequeños.

Lluís Guillaumes es concejal del Ayuntamiento de Les Preses y una de las personas más implicadas en la puesta en valor y mantenimiento de la piedra seca en Les Preses a lo largo de los últimos años. Destaca el esfuerzo constante del Ayuntamiento para que el Parque sea un espacio vivo, limpio y activo. La gran mayoría de las artigas del Parque -las pequeñas parcelas de propiedad que lo constituyen- son de propiedad privada; muchas de ellas han cedido su gestión al Ayuntamiento para su cuidado. Por eso, y pese a ser un municipio muy pequeño, el Ayuntamiento no sólo destina importantes recursos a su mantenimiento sino que también lo dinamiza con diversas actividades. Cada verano, por ejemplo, EsDansa —el festival de la danza de raíz tradicional de Les Preses— realiza algunas actuaciones en las artigas del Parque. El Ayuntamiento también habilitó el Baixador de Codella -la antigua vivienda de la persona responsable de cuidar la vía y subir y bajar las barreras del antiguo Tren de Olot, ubicada justo en la entrada del Parque- como servicio de bar y punto de acogida, con información turística y mapas de los itinerarios. El colectivo de Àvies Remeieres también contribuye a la vitalidad del espacio. No sólo cuidan el Jardí d'Herbes Remeieres —situado en una de las artigas del Parque— sino que cada primer y segundo sábado de mes realizan talleres relacionados con las plantas y sus usos. Como proyecto de futuro a corto plazo, ya en vías de desarrollo, el Ayuntamiento de Les Preses en colaboración con la Fundación ECOM habilitará un sector del Parque para que sea accesible a personas con movilidad reducida.

Ambos coinciden en su momento favorito del Parque. Cuando, entre últimos de mayo y primeros de junio florece el heno, con unas bonitas flores de color rojo o granate que tapizan algunas de las artigas. La floración dura unas tres semanas, y es un momento en el que el Parque es muy visitado y fotografiado. Eudald también siembra algunas artigas con trigo sarraceno; aunque antes lo hacía a mediados de julio y florecía hacia finales de agosto, ahora lo siembra cada quince días a partir de mayo para que dure más la floración.

Pero el Ayuntamiento de Les Preses no sólo se centra en el mantenimiento del Parque. Su tarea de puesta en valor, recuperación y mantenimiento de la piedra seca va mucho más allá y se ha convertido en ejemplar a lo largo de los últimos años, impulsando iniciativas estratégicas para la piedra seca a nivel de Cataluña. En este sentido, durante el año 2022 llevó a cabo, en colaboración con el Gremi dels Margers de Catalunya y l’Association Nationale des Artisans Bâtisseurs en Pierre Seche (ABPS), el proyecto Drystone, que permitió la realización y publicación de un estudio comparativo sobre los diferentes modelos formativos y profesionalizadores en torno a la construcción en piedra seca en España, Francia, Italia y Reino Unido. El estudio (que puede descargarse aquí) reivindica, como conclusión, la necesidad de creación de una certificación oficial tal y como existe en Francia y Reino Unido.

Como continuación de este estudio previo, llevó a cabo —entre los meses de octubre y noviembre de 2022— el primer curso oficial de paredador en Catalunya. Impartido por el recién constituido Gremi dels Margers de Catalunya y con una duración de 140 horas, un examen final de 7 horas permitió que 14 de los participantes obtuvieran el certificado oficial francés CQP de Nivel 1, expedido por el ABPS.

 

La piedra seca en el Parque de Piedra Tosca

En época de Mossèn Gelabert, cada artiga tenía su barraca. Pese a que muchas han desaparecido, hoy todavía quedan muchas. Mossèn Gelabert ya estableció las diversas tipologías de barracas que se podían encontrar en el Vora-Tosca:

La barraca tipo. Es la que considera que se diferencia de las demás por su forma y belleza. Exenta y de la altura de poco más de un hombre, hecha de piedras ferrales anguladas, forma piramidal o cónica y los vértices bravamente redondeados. Es la menos frecuente.

Las barracas murales, abiertas en el mismo grosor del muro pero sin sobresalir por alto ni adelantarse en fachada. Son de superficie más pequeña, al estilo de un cobijo, y la puerta se cubre con un dintel sencillo.

Las barracas murales copuladas son las que se encuentran insertadas dentro de un muro, pero sobresalen por su parte superior para ganar altura. Son las más habituales, y el cierre interior es muy particular, por estar formado por grandes losas inclinadas que configuran una cubierta a dos aguas. Es la llamada cubierta de puente, similar a la que podemos encontrar en Baleares.

Gelabert identifica también un cuarto grupo de barracas que llama artísticas que, a beneficio de una vegetación espléndida, quedan revestidas de hermoso follaje, guirnaldas de flores, hiedras u otras plantas, tomando un visaje bello y ubriagador.

Existiría otra tipología escasa pero especialmente remarcable debido a su dificultad técnica en relación al material constructivo y a la divergencia formal respecto a las anteriores: la barraca de carro. De grandes dimensiones, cubierta con bóveda de cañón y sin fachada, ya que probablemente no tenía o incorporaba un cerramiento de madera, posiblemente era utilizada para guardar utensilios de grandes dimensiones y carros.

Un elemento muy específico del Vera-Tosca, directamente relacionado con su naturaleza volcánica, son los sopladores. Se trata de pequeñas cavidades, inaccesibles para el hombre y de profundidad indeterminada, situadas en la parte baja de los muros y en el interior de las barracas, que proporcionaban una corriente de aire a temperatura constante para mantener templados o frescos el alimento y la comida. En el Parque de Piedra Tosca podemos encontrar un centenar.

En cuanto a los muros, encontramos de linda, para separar artigas y caminos, y de bancal, para aterrizar el terreno y hacerlo cultivable. En algunos casos, debido a la gran acumulación de rocas que había que apartar, podemos encontrar alturas de hasta 2,5 m y anchuras de 2 a 3 m, que permiten circular por encima.

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